Se refiere al descenso de las paredes vaginales que ocasiona la salida de las mismas a través de la vagina, provocando una sensación de cuerpo extraño en dicho órgano.
Los órganos que pueden descender son la vejiga, el útero (la cúpula de la vagina en caso de que haya antecedente de histerectomía) o el recto.
Los factores de riesgo son múltiples y pueden incluir al estreñimiento y el pujo excesivo, labores cotidianas o deporte rutinario con exceso de presión intra-abdominal, obesidad, la realización de procedimientos quirúrgicos previos como la histerectomía, radiación pélvica, enfermedades propias de la colágena, bronquitis, enfisema, etc. El prolapso presenta patrones de transmisión familiar mediada por factores genéticos. El número de partos vaginales tiene relación con el riesgo de presentar algún prolapso.
Los síntomas son variables y dependen del tipo de prolapso que se presente. En relación directa al prolapso se pueden presentar una sensación de peso o de cuerpo extraño en la vagina, así como erosión o hemorragia. Puede existir incontinencia urinaria o presentarse dificultad para evacuar heces sólidas. El estudio del prolapso debe incluir una revisión uroginecológica completa, realización de examen general de orina y urocultivo, así como estudios de imagen (ultrasonido) que permitan determinar las características y el funcionamiento de los órganos pélvicos (útero, vejiga).
La revisión uroginecológica permite clasificar el tipo de prolapso y el grado del mismo. Existen sistemas que clasifican el grado y la severidad del prolapso.
El tratamiento del prolapso se individualiza dependiendo de la severidad de los síntomas y del grado del prolapso.
Es importante determinar si existe incontinencia urinaria que acompañe al prolapso ya que en este caso debe realizarse algún procedimiento anti incontinencia en forma simultánea. Los objetivos del tratamiento están encaminados a restaurar el sostén a los distintos órganos pélvicos mediante procedimientos quirúrgicos que pueden incluir el abordaje por vía vaginal o por vía laparoscópica.
Vejiga neurogénica
La vejiga es un órgano hueco que se encuentra en la pelvis, la cual tiene dos funciones importantes: almacenar la orina hasta que está llena y vaciarse por completo sin ninguna pérdida o fuga.
Orinar puede ser un proceso anormal si la vejiga no puede vaciarse por completo o si se vacía antes de que se llegue al cuarto de baño. También puede haber pérdidas antes o después de orinar debido a los problemas con el control de la vejiga.
Cuando las enfermedades del sistema nervioso afectan a la vejiga, este padecimiento recibe el nombre de vejiga neurogénica. Enfermedades como infartos cerebrales, enfermedad de Parkinson, esclerosis múltiple, hernias de disco, y otras anormalidades del sistema nervioso pueden resultar en vejiga neurogénica.
Dependiendo de los nervios que estén afectados y la naturaleza del daño, la vejiga se vuelve o bien hiperactiva (espástica) o hipoactiva (flácida).
Las pacientes con vejigas hiperactivas tienen de poco a ningún control al orinar, presentando una urgencia repentina de orinar o puede que necesite ir al baño más a menudo de lo normal. Las pacientes con vejiga hipoactiva se comportan de la manera contraria, es decir, la vejiga pierde la capacidad de vaciarse como debe y se llena más de su capacidad normal.
El estudio de ésta patología debe incluir la realización de una urodinamia, este es un estudio que permite determinar la capacidad de la vejiga, las presiones en la vejiga, el flujo de orina, y el vaciado de la misma. Es importante, también, el estudio de las causas que la están ocasionando y ser valorada por un neurólogo.
El tratamiento de la vejiga incluye la administración de medicamentos que controlen la urgencia urinaria, la cual es provocada por la contracción espástica del músculo vesical.
Algunas pacientes pueden requerir de sondas urinarias. Las sondas urinarias son aparatos que se pueden meter a través de la uretra hasta la vejiga para drenar la orina. Es posible instruir a las pacientes para que ellas mismas o personal que les asiste, realicen el vaciado de la vejiga mediante la colocación de la sonda en forma intermitente durante el día o la colocación puede ser permanente si la sonda deba permanecer durante un periodo de tiempo largo. Los catéteres evitan que la vejiga se inflame ya que drenan la orina de manera continua a un colector al lado de la cama. El paciente debe de emplear procedimientos sanitarios estrictos para prevenir infecciones del tracto urinario.